martes, 28 de septiembre de 2010

Práctica 3 - DEL ORDEN AL CAOS -







Detengámonos un instante en el propio concepto de desorden. Como la misma palabra lo indica, es una noción negativa a la que no se le puede dar un contenido más que refiriéndose, aunque sea implícitamente, a cierta concepción del orden. 
El orden, a su vez, es el tema de fondo que todas las mitologías, las religiones y las filosofías han intentado resolver, pero siempre dando por sentado que ese orden existe. Todo desorden, por lo tanto, tiende a aparecer como una imperfección, una causa de inquietud. Dicho de otro modo, para el confort psicológico de los seres humanos, no es indiferente que la Naturaleza sea o no ordenada, encierre o no «desorden» o «caos».

Queda claro que el término «desorden» significa aquí algo más profundo e incluso más dramático que un trivial estado de confusión, una disposición de las cosas más o menos irregular. Se trata nada menos que de un Orden que ha sido desgraciada y gravemente perturbado. El desorden se vuelve entonces escandaloso, se presenta como un estado o un proceso particular que no habría debido existir, y remite a 
un Orden ideal, social o natural, que ha sido escarnecido.

Si se tiene en cuenta que, por ejemplo, la noción de «caos» tiene, en los textos científicos, un sentido técnico muy preciso (los fenómenos «caóticos» son aquellos en los cuales muy pequeñas diferencias en las causas son capaces de provocar grandes diferencias en los efectos), las disquisiciones anteriores sobre el orden y el desorden pueden sonar desproporcionadas, cuando no desubicadas. 
De hecho, los peores enemigos de la teoría del caos son las especulaciones sobre el Desorden universal que la misma ha desencadenado, gracias a la elección de un nombre tan cargado de referencias culturales. Es cierto, como no se cansan de advertir los científicos, que debe evitarse atribuir al uso que ellos hacen de la palabra caos, así como a los demás «desórdenes» del mismo tipo, un alcance mágico.
No obstante, es imposible separar los campos de manera absoluta.
De este modo, la introducción del «desorden» como objeto de estudio interesante y válido por sí mismo implica un abandono del platonismo, es decir de la creencia en una jerarquía absoluta de las formas matemáticas en cuya cima reinan las formas más simples y armónicas. En la irrupción de las ciencias del desorden anida, en definitiva, un cambio de estética, una mutación de tipo filosófico y cultural, una transformación de la sensibilidad, que va bastante más allá de un mero conjunto de inventos especializados.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Práctica 2



Ahora ya no se compra como antes se estilaba. Cientos de barcas de fruta saturan algún rincón insospechado de nuestro hipermercado más cercano. Kilos y kilos de carne esperan amontonados dentro de cajas estériles de poliuretano o dentro de envoltorios de plástico que desbordan frías neveras en un pasillo de un súper de cuyo nombre no quiero acordarme. La gente vaga como almas en pena al son de una melodía repetitiva que varía el ritmo en función de la gente que haya y la prisa con la que quieren que marches. Carros metálicos abandonados esperan el inminente regreso de sus usuarios, que buscan desesperadamente la conserva en lata de esta o aquella marca. Las sombras se hacen tenues bajo luces de neón.



 
Sin embargo sigue habiendo hueco para que detrás del ayuntamiento haya cada día un ambiente especial. La gente recorre los pasillos examinando los productos con mirada experta. Las charlas son habituales así como las sonrisas desde dentro y desde fuera del mostrador. Hablan del tiempo, del fútbol , de lo que ha subido la ternera, de la nieta de la Conchi o de cualquier tema que sirva para entablar la relación que ha desaparecido en los estantes de los supermercados de franquicia y bajo coste. Este, diálogo hace patente que no son los productos lo único que ha sido congelado en los locales de gran superficie, sino también la relación con el cliente. Los bajos precios acompañados de una calidad por lo menos cuestionable son inversiones más seguras que tener contento al personal, así que todas las sucursales de las grandes marcas arriesgan el mínimo.






 
La elección depende de muchos factores: la distancia, las ganas, el precio,… y la decisión sólo depende de cada persona, pero si alguien quiere un trato amable y de confianza, le recomiendo que se pierda por las viejas calles del casco antiguo y experimente la sensación de pasear entre sus puestos, entre sus colores,… entre la personas.

martes, 7 de septiembre de 2010

Práctica 1

Creí que no podía haber mejor excusa para reencontrarme con mi viejo amigo. 
Sin dudarlo, me presenté en la estación donde, tras la larga y zigzagueante fila que se intuía desde las escaleras, esperaba el billete hacia nuestro reencuentro.
Lo que apuntaba a ser uno de esos interminables trayectos por la totalidad de la geografía rural española, se convertía en un ameno viaje de recuerdos vividos junto a tí.
Amanece el gran día; tras superar el primero de los retos (desprender a mi madre de su querida réflex), dejo que mis pies acelerados tomen el camino hacia donde te dejé por última vez.
Entre patines, bicicletas y paseantes, se colaba el olor hipnotizante del jardín botánico. Junto a grandes naranjos, magnolios y exuberantes olivos, encontré tu tímida figura que, previsora, me alcanzaba asiento con sus largos brazos.
Mucho tiempo había transcurrido,tenía muchas historias que contarte, la última de ellas por qué entonces debía fotografiarte.