miércoles, 17 de noviembre de 2010

Señorío de Otazu

Allí nos encontramos, en el lugar que iba a suponer nuestra última aventura del curso y sin embargo una de tantas con nuestra cámara al cuello.
Comenzó con espectación, pues dos grandes guerreros flanqueaban la entrada al Señorío de Otazu


Pero conseguimos colarnos ya que sus miradas estaban puestas en el horizonte, donde se perdían los límites de los viñedos.
El camino no tenía pérdida; el manto de hojas amarillas y el aroma que ya se atisbaba nos guiaron hasta los mayores secretos que el "chateau"guarda.
Al principio la luz era muy tenue y no lográbamos hacernos una idea de lo que ante nuestros ojos iba a aparecer.


Surgieron de pronto interminables filas de barriles como si del mayor tesoro se tratara compitiendo en protagonismo con el enorme espacio de hormigón cuyas formas abovedadas recordaban a las naves de las catedrales.

A pesar de que estructura y barril están compuestos por elementos bien distintos, sus texturas parecen estar intercambiadas. Sorprende la uniformidad de la madera en contraposición a la rugosidad y despiece del hormigón.




Entre olores, fotos e historias el tiempo se pasó volando y como si de un telón se tratara, las luces cayeron y con ellas nuestras aventuras fotográficas. Afortunadamente, éste sólo es el fin de la primera parte.


martes, 16 de noviembre de 2010

Isabel Muñoz, fotógrafa

Isabel Muñoz es una reconocida fotógrafa barcelonesa nacida el 1951.
En el año 1970, a punto de cumplir veinte años,  se traslada a Madrid donde comienza a descubrir su pasión por la fotografía. Allí decide convertir su afición en profesión, y en 1979 comienza a cursar estudios fotográficos en Photocentro.
Allá por el año 1981 comienza su trayectoria haciendo encargos para prensa y publicidad.
Poco después conoce a Tote Trenas, quien la introduce en la fotografía para cine. Eso le permite trabajar en películas como Sal Gorda (Fernando Trueba) y Penumbra.
Durante el perído 1982-86 decide ampliar sus estudios en Nueva York. Allí se matricula en Visual Studios, donde estudia collage con John Wood y cianotipos con Martha Madigan.
Su preocupación por hallar un soporte idóneo para reproducir la piel, la llevan a proseguir sus estudios en Maine con Craig Stevens (platinos), Robert Steinberg (albumen), y con Neil Seilkirk (la luz). Posteriormente regresa a Nueva York para estudiar el gran formato en el ICP (International Center of Photography).
En el año 1986 regresa a Madrid y expone por primera vez en el Instituto Francés.
La exposición lleva por título “Toques”.
La técnica utilizada por Isabel Muñoz para la realización de sus obras es la platinotipia.
Esta técnica obtiene copias monocromas por contacto con materiales sensibilizados con sales de platino y hierro, tras un revelado con oxalato.
Posteriormente, desde el año 1990 hasta el 2007 se dedica a recorrer mundo con su cámara, consiguiendo maravillosas instantáneas, que ahora pasaremos a mostrar.
Estas fotografías van desde el estudio de los bailes y danzas propios de cada país, a la arquitectura, la forma en que algunas tribus se expresan a través de su piel  o la denuncia de las injusticias sociales sobre los más desfavorecidos.
Para comenzar esta primera serie, veremos trabajos realizados en Cuba, utilizando como principal motivo la danza en todas sus expresiones. Desde bailes populares y tradicionales, a la danza más clásica y académica.



Otras de sus fotógrafías que se podrían enmarcar en la temática del baile y la danza, fueron realizadas en Turquía, Kenia con los Masai Maras y en Camboya con la danza Khmer.


Aprovechando su estancia en Camboya, también hizo una serie de fotografías para denunciar la esclavitud y los mutilados por culpa de las minas antipersonas.



La obra de esta fotógrafa es muy abundante y podríamos comentar muchas de sus series, sin embargo dejo la recopilación de mis fotos favoritas:




Viendo su basta obra, comprobamos la indudable calidad técnica de sus fotografías y el extremo dominio de las imágenes en blanco y negro. A ésto hay que añadir el impacto visual que resultan sus obras en las exposiciones debidas a su enorme formato.
Y para finalizar, merece una mención especial el hecho de que haya mostrado su obra en algunas de las principales salas y centros de exposiciones del Mundo.
Sin olvidar sus colaboraciones con otros artistas y la publicación de 41 libros hasta la fecha.
Todo esto le ha hecho ocupar un lugar destacado dentro del mundo de la fotografía.

lunes, 25 de octubre de 2010

Una tarde frente a las murallas








ALLÁ voy, allá voy, piedras, esperen!

Alguna vez o voz o tiempo
podemos estar juntos o ser juntos,
vivir, morir en ese gran silencio
de la dureza, madre del fulgor.

Alguna vez corriendo
por fuego de volcán o uva del río
o propaganda fiel de la frescura
o caminata inmóvil en la nieve
o polvo derribado en las provincias
de los desiertos, polvareda
de metales,
o aún más lejos, polar, patria de piedra,
zafiro helado,
antártica,
en este punto o puerto o parto o muerte
piedra seremos, noche sin banderas,
amor inmóvil, fulgor infinito,
luz de la eternidad, fuego enterrado,
orgullo condenado a su energía,
única estrella que nos pertenece.

Pablo Neruda

martes, 12 de octubre de 2010

Viaje al país de las maravillas


Por fin llega el mejor momento del día. Mi larga y dura jornada termina cuando apago la luz y empiezo a contar estrellas cuyo reflejo en el charco que la lluvia perspicazmente ha creado, multiplica considerablemente su número.
Poco a poco mis ojos ceden al cansancio hasta un estado en el que no distingo realidad de ensoñación.

Un rayo de sol, música de fondo y un encantador olor a tostadas, son mi infalible despertador. Tras una ducha, una pelea con el montón de ropa y un café, me dispongo a emprender mi camino como cada mañana. - ¿Estás segura de que no te dejas nada? - se dirige a mí una voz. Cartera, móvil, llaves 
-Un momento...¿quién se supone que eres tú?
-¿No sabes dónde está?
-¿Qué?
-¡Tu cabeza!


Volviéndome hacia el espejo, allí estaba yo; un cuerpo que mantenía el equilibrio en una realidad distorsionada. ¡No puedo perder la cabeza!
Subí las escaleras de vuelta a mi habitación sin dar crédito a lo que estaba sucediendo.


Tras el último escalón, no encontré lo que esperaba, pues un interminable corredor me engullía hacia sus entrañas. Mi miedo era evidente pero la adrenalina, la intriga, el devenir de semejante aventura, movían a toda prisa mis pies.
Pese a que el camino no tenía pérdida, un número cada vez mayor de señalizaciones amarillas agobiaban el espacio.


A lo lejos, vi la luz y corrí y corrí haca ella. Casi sin aliento descubrí un enorme jardín guardado por un gran dragón que, pese a su sobrecogedora afilada dentadura, yacía manso sobre el enorme lago.


Tras él, una luminosa puerta roja daba la bienvenida al palacio de Metrópolis.

En una preciosa sala de baile, la Reina Blanca me esperaba - Justo a tiempo, Carmen -
Un estruendo ensordecedor apagó las luces y, después, el silencio lo envolvió todo.


Poco a poco fui abriendo los ojos y mi cabeza estaba allí, donde la había dejado, en las nubes ya que estaba amaneciendo y las estrellas habían desaparecido.


Como cada mañana, esta vez sí que sí, la rutina seguiría su camino y yo anhelaría que cayera la noche y con ella una nueva aventura.

martes, 28 de septiembre de 2010

Práctica 3 - DEL ORDEN AL CAOS -







Detengámonos un instante en el propio concepto de desorden. Como la misma palabra lo indica, es una noción negativa a la que no se le puede dar un contenido más que refiriéndose, aunque sea implícitamente, a cierta concepción del orden. 
El orden, a su vez, es el tema de fondo que todas las mitologías, las religiones y las filosofías han intentado resolver, pero siempre dando por sentado que ese orden existe. Todo desorden, por lo tanto, tiende a aparecer como una imperfección, una causa de inquietud. Dicho de otro modo, para el confort psicológico de los seres humanos, no es indiferente que la Naturaleza sea o no ordenada, encierre o no «desorden» o «caos».

Queda claro que el término «desorden» significa aquí algo más profundo e incluso más dramático que un trivial estado de confusión, una disposición de las cosas más o menos irregular. Se trata nada menos que de un Orden que ha sido desgraciada y gravemente perturbado. El desorden se vuelve entonces escandaloso, se presenta como un estado o un proceso particular que no habría debido existir, y remite a 
un Orden ideal, social o natural, que ha sido escarnecido.

Si se tiene en cuenta que, por ejemplo, la noción de «caos» tiene, en los textos científicos, un sentido técnico muy preciso (los fenómenos «caóticos» son aquellos en los cuales muy pequeñas diferencias en las causas son capaces de provocar grandes diferencias en los efectos), las disquisiciones anteriores sobre el orden y el desorden pueden sonar desproporcionadas, cuando no desubicadas. 
De hecho, los peores enemigos de la teoría del caos son las especulaciones sobre el Desorden universal que la misma ha desencadenado, gracias a la elección de un nombre tan cargado de referencias culturales. Es cierto, como no se cansan de advertir los científicos, que debe evitarse atribuir al uso que ellos hacen de la palabra caos, así como a los demás «desórdenes» del mismo tipo, un alcance mágico.
No obstante, es imposible separar los campos de manera absoluta.
De este modo, la introducción del «desorden» como objeto de estudio interesante y válido por sí mismo implica un abandono del platonismo, es decir de la creencia en una jerarquía absoluta de las formas matemáticas en cuya cima reinan las formas más simples y armónicas. En la irrupción de las ciencias del desorden anida, en definitiva, un cambio de estética, una mutación de tipo filosófico y cultural, una transformación de la sensibilidad, que va bastante más allá de un mero conjunto de inventos especializados.

lunes, 20 de septiembre de 2010

Práctica 2



Ahora ya no se compra como antes se estilaba. Cientos de barcas de fruta saturan algún rincón insospechado de nuestro hipermercado más cercano. Kilos y kilos de carne esperan amontonados dentro de cajas estériles de poliuretano o dentro de envoltorios de plástico que desbordan frías neveras en un pasillo de un súper de cuyo nombre no quiero acordarme. La gente vaga como almas en pena al son de una melodía repetitiva que varía el ritmo en función de la gente que haya y la prisa con la que quieren que marches. Carros metálicos abandonados esperan el inminente regreso de sus usuarios, que buscan desesperadamente la conserva en lata de esta o aquella marca. Las sombras se hacen tenues bajo luces de neón.



 
Sin embargo sigue habiendo hueco para que detrás del ayuntamiento haya cada día un ambiente especial. La gente recorre los pasillos examinando los productos con mirada experta. Las charlas son habituales así como las sonrisas desde dentro y desde fuera del mostrador. Hablan del tiempo, del fútbol , de lo que ha subido la ternera, de la nieta de la Conchi o de cualquier tema que sirva para entablar la relación que ha desaparecido en los estantes de los supermercados de franquicia y bajo coste. Este, diálogo hace patente que no son los productos lo único que ha sido congelado en los locales de gran superficie, sino también la relación con el cliente. Los bajos precios acompañados de una calidad por lo menos cuestionable son inversiones más seguras que tener contento al personal, así que todas las sucursales de las grandes marcas arriesgan el mínimo.






 
La elección depende de muchos factores: la distancia, las ganas, el precio,… y la decisión sólo depende de cada persona, pero si alguien quiere un trato amable y de confianza, le recomiendo que se pierda por las viejas calles del casco antiguo y experimente la sensación de pasear entre sus puestos, entre sus colores,… entre la personas.